Es curioso como con una foto de un niño comiendo helado podemos comenzar a hablar de las emociones. Antes de describir su importancia, definamos que las emociones son reacciones que se dan a la adaptación de ciertos estímulos.
Parte importante de la crianza respetuosa, de la crianza con apego y de la disciplina positiva es el reconocimiento de las emociones.
Todas las emociones por más "negativas" que sean siempre son positivas ya que si no aprendemos a reconocer su utilidad y no nos permitimos o no permitimos a nuestros hijos sentirlas, no estaremos ayudando a que comprendan el porqué y el cómo.
Antiguamente, digo eso porque quiero creer que ya no, se les decía a los niños que los hombres no lloran. Se les prohibía sentir y expresar sus sentimientos y sus emociones en lugar de enseñarles a validarlas, entenderlas y canalizarlas.
Cuando una niña o niño pequeño hace un berrinche, la mayoría de las veces es porque no sabe que siente o porque no sabe explicar lo que siente y porque se siente así. Si nosotros enseñamos a nuestros hijos a reconocer sus emociones ellos aprenderán a su vez a identificarlas y a autoregularse.
Aprendamos un poco de lo positivo que nos pueden dar estas emociones.
El miedo: contribuye a actuar para evitar consecuencias negativas.
La ira: contribuye a luchar contra los errores y la injusticia y a poner límites.
La tristeza: contribuye a pedir ayuda y apoyo de los demás.
La repulsión: contribuye a demostrar que no podemos aceptar algo.
La curiosidad: contribuye a explorar y aprender.
La sorpresa: contribuye en dirigir la atención hacia algo inesperado.
La alegría: contribuye a repetir los acontecimientos.
Abrazos a la distancia.
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