lunes, 15 de mayo de 2017

Mi carta al cielo


El Viernes se cumplió un mes de su partida y recién hoy soy capaz de escribir. Nunca entendí porque las personas escriben a sus seres queridos cuando ya no están, asumo que lo hacen para cerrar el círculo, no lo sé.

Es por eso que hoy decidí no escribirte como si me estuvieras leyendo, decidí escribir de ti, de nosotras, de nuestra historia. Veo su foto y sonrío, ya no estoy triste, a veces lloro, sí, pero sé que ahora estás tranquila, en paz.

Para los que no la conocieron, mi madre fue una mujer de carácter fuerte que se divorció cuando yo era muy pequeña, que era la penúltima de ocho hermanos pero fue la más engreída y querida de todos, que aunque no pudo trabajar porque no había quien me cuidara (nunca confió en las nanas) siempre hizo lo mejor que pudo para generar su propio ingreso y que nunca nos faltara algo.

Hoy tengo 29 años, soy madre de dos hijos y entiendo lo difícil que es trabajar desde casa, ¿Se imaginan como debe haber sido hace 25 años atrás?. Pero ella lo hizo, siempre luchó y esa es la mejor enseñanza que me pudo dejar. Aprendí de sus virtudes y también de sus errores. Aprendí a nunca dejar que te menosprecien; siempre intentarlo, e intentarlo, e intentarlo; me enseñó a soñar pero dejando los pies en el suelo, me enseñó a que una madre sola puede sacar a sus hijos adelante, que la educación es la mejor herencia que puedes dar y que jamás debes tratar mal a alguien por su condición física, económica o cultural. 

Me enseñó muchas cosas, pero estos últimos cinco años me enseñó a luchar contra la enfermedad. Ella tuvo Síndrome de Gillain-Barre y la secuela fue la devastadora. Lo intentó, pero el último mes ya estaba cansada. Ella se fue un Miércoles pero tuvimos la suerte de conversar dos días antes, de limar asperezas, de decirle lo mucho que la quería y todo lo que aprendí de ella. Tuve la suerte de decirle que íbamos a estar bien, que no se preocupara por nosotros porque me enseñó lo suficiente para seguir adelante. No imaginé que dos días después se iría de mi lado.

Los chicos la extrañan, pero saben que su abuela está en el cielo y que desde ahí siempre los cuidará, que aunque no la vean, no significa que no esté con ellos. Eso es lo más importante, ella siempre estará con nosotros, en cada acto de bondad, en cada lucha, en cada palabra de aliento, mi mamá siempre estará con nosotros.

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