martes, 14 de noviembre de 2017

Mi amiga, mi red de apoyo


Cuando me convertí en madre fue mi mamá quien me apoyó con el cuidado de Matías mientras yo estaba en el trabajo, después de que enfermó tuve que dejar de trabajar para hacerme cargo al 100% de su cuidado y no fue sino hasta que ese momento, que me di cuenta de la importancia de tener a alguien al lado para cuidar a tus hijos. 

Un mes después, entró a un nido que me permitía seguir trabajando a tiempo completo y estar tranquila porque iba a estar bien atendido, el detalle es que aún a sus 3 años usaba pañal y tomaba biberón, temas que en el nido no estaban de acuerdo porque para ellos ya tenía que haberlos dejado a los dos años.

Para esa época (5 años atrás) yo no sabía que existía la crianza respetuosa, sólo sabía que quería que mi hijo avance a su ritmo sin presionarlo sólo porque un adulto decía que así tenía que ser. 

Le pusimos niñera y tampoco tuvimos buena suerte, luego nos mudamos con mi papá y estuvo bajo el cuidado de su esposa y como sus sobrinos vivían al lado y eran casi de la misma edad, Matías tenía con quien jugar y fue así que en menos de medio año dejó el pañal por sí solo. 

Al cabo de unos meses nos mudamos, dejé de trabajar porque el embarazo de Rafaela era de alto riesgo y fue ahí donde me sentí sola.  Aunque mi esposo me ayudaba, siempre tuve la ayuda de mi mamá o de la esposa de mi papá pero ahora estábamos los dos, solos, cuidando a un niño pequeño y a una bebé y aunque ya no era mamá primeriza, tenía mucha angustia y muchos miedos.

Decidí quedarme en casa para cuidar a mis hijos, empecé a informarme sobre maternidad, lactancia, crianza y de poquitos comencé a ponerlo en práctica, el problema era que cuando conversaba con algunas mamás del nuevo salón de Matías, me daba cuenta de que terminaba siendo siempre el bicho raro con sus temas "experimentales". 

"Una buena paliza lo corrige en menos tiempo que sentarte a conversar y esperar que cambie", "¡Son mañoserías! ¿Tú crees que van a cambiar sólo con hablarles?" "¿Teta? Dale el biberón que sino va a ser muy engreída." Comentarios así recibía cada dos minutos. Que si daba pecho o biberón, que si usaba fular o canguro, que si blw o papilla, nada estaba bien, cada una tenía una opinión, respetable, pero ninguna consideraba lo que yo quería hacer o porqué lo quería hacer.

Al año nos volvimos a mudar, ahora tenemos 3 años viviendo en esta nueva casa y aunque no tenemos ni a la familia de mi esposo ni a la mía cerca, tengo una buena amiga que siempre me da la mano cada vez que la necesito, ella se convirtió en mi red de apoyo más importante, si tengo que llevar a alguno de los peques al médico, el otro se puede quedar con ella, si tengo alguna charla o conferencia, ellos se pueden quedar con ella, hace poco tuvimos un matrimonio y fue la primera vez desde que nació Rafaela que salimos juntos y quien me incentivó a ir fue ella, los peques se quedaron en su casa haciendo pijamada. 

Ya se imaginarán lo eternamente agradecida que estoy con ella por su enorme ayuda y aunque a veces no pensemos igual, siempre existe la confianza de decirnos en qué nos equivocamos, de contarnos nuestros problemas, de desfogar un rato esas cosas que tanto nos molestan, reírnos, acompañarnos y es que de eso se trata, de apoyarnos cuando más nos necesitamos. 

Ahora también existen grupos en Facebook y whatsapp que a pesar de la distancia nos permiten sentirnos acompañadas. La maternidad no es fácil, nadie dice que lo es, si damos biberón o teta, si usamos canguro o porteamos, si van al nido o hacemos homeschooling, nada de eso tiene sentido si atrás no hay una madre preocupada, informada, que toma las elecciones que toma porque siente que es lo mejor para su bebé pero que por sobre todas las cosas, siempre debe tener una red de apoyo (mejor si tiene una buena amiga como la mía) para poder recargar fuerzas y seguir adelante.

Abrazos a la distancia.

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