Cuando viajo en transporte público evito sacar el móvil, al igual que muchas de nosotras, por seguridad pero hace poco viajé en el tren, donde en teoría estamos un poco más seguros y me percaté de que más del 90% de las personas paradas y sentadas, estaban revisando el celular.
Hace unas semanas un grupo de mamás del salón Rafa nos reunimos para hacer un Baby Shower sorpresa a una amiga del grupo y como todas estamos con nuestros hijos 24/7 por obvias razones los tuvimos que llevar.
Al comienzo los peques jugaban y se divertían pero después de un rato empezaron a pedir celular, incluso los míos que en casa no lo usan, cayeron en la tentación de pedirme el cel y yo caí en la misma tentación de dárselos para que estén tranquilos.
Pasó un rato y me di cuenta de que nosotras estábamos conversando de lo lindo y que los enanos ni se hacían sentir, miro a mi alrededor y los veo a todos, absolutamente todos, concentradísimos en algún juego o vídeo del celular. Niños de 4 años que aún no saben leer, manipulando un móvil a diestra y siniestra como pequeños adultos. Recordé la escena en el tren y quedé en shock.
Siento que a veces, no recordamos que nuestros peques solo son eso, peques, niños que necesitan moverse, jugar, estar en actividad y nosotros caemos en el error de esperar que se comporten como pequeños adultos cuando no lo son. Son niños y los niños tienen mucha energía que necesitan gastar y un celular, tableta o computadora no ayudará a que lo hagan, al contrario, generará ansiedad y dependencia de ese aparatito eléctrico que cuando termine su batería nos dejará a un niño frustrado buscando otro aparatito para seguir entreteniéndose sin saber que al jugar con juguetes reales, pintar con lápices reales, correr o saltar también estará desarrollando su imaginación y de una manera más sana y natural.
Hace unos días conversé con una psiquiatra del tema y me comentó que según la norma de la Sociedad de Psiquiatría, los niños ni adolescentes debería utilizar un celular por la depresión, ansiedad y frustración que genera ya que estos brindan una falsa felicidad temporal pero que luego de acabada, hace que regresen a la realidad de la que quieren escapar y empieza un círculo vicioso igual al de una adicción.
Me explicó que, en caso de ser estrictamente necesario que un menor tenga que utilizar uno, se establezcan reglas de uso, horarios y obligaciones a cumplir ya que de lo contrario, se podría llegar a un control desmedido del aparato y reaccionemos cuando ya haya empezado el círculo.
Todo esto me hizo regresar 5 años atrás cuando a Matías le dimos una tableta con juegos educativos para que utilice y no esté "aburrido", todo estuvo bien hasta que pasados los meses me percaté que ¡No podía estar sin ella! ¡¿Cómo es posible que un niño de 3 años dependa tanto de un equipo electrónico, que tiene una carga de energía absorbida en mínimas cantidades por el cuerpo humano, no sepa jugar o socializar con otros niños sino que solo se dedica a jugar puzzle o memory en la tableta cuando podría haberle comprado unos juegos reales si tanto le gustaban?!
Desde ese día decidí restringir el uso de esos aparatos en casa y en cualquier lugar, para evitar tentaciones no tengo juegos en mi móvil y cuando nos toca asistir a alguna reunión, tienen permitido llevar juguetes, cuadernos y lápices para que se entretengan. Muchas veces son los bichos raros del lugar pero creo que es un sacrificio que todos podemos hacer por la salud mental y emocional de nuestros hijos.
Por cierto, la nana permanente (la tv) también está controlada y supervisada en casa y el día que nos toque darles un celular a nuestros hijos, hemos decidido instalar un programa espía para supervisar conversaciones de redes sociales o lo que sea que se use en ese momento. Con lo peligrosa que se ha vuelto la sociedad virtual, toda medida preventiva es de mucha ayuda.
Abrazos a la distancia.
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